Foto mía de Montse Fotoblog |
De pronto la miré con otros ojos, analizando sus facciones, dándome cuenta
del cambio que había experimentado con los años. Ya no tenía la piel de
porcelana, no era igual el brillo de sus ojos que habían perdido intensidad, ni
siquiera su sonrisa era la misma. ¡Lo que hace el tiempo!
Veía los marcados surcos que le formaban las arrugas en la frente, de
fruncir el ceño, en esa expresión tan suya entre el enfado y la preocupación y
veía como subía las cejas y como su boca se movía mientras hablaba a una
velocidad de vértigo.
La conocía desde siempre, es más, conocía hasta sus más íntimos
pensamientos y sin embargo, hoy la veía cambiada porque la miraba desde esa distancia
que a veces me invade cuando quedo absorta y mi mundo se concentra en una sola
imagen. La suya, su imagen, era algo tan asumido que por esa razón no había
reparado en verla desde fuera.
-¿No me estás escuchando, verdad?
No era una pregunta, era una afirmación. Me conocía tanto como yo a ella y
sabía que ya no estaba allí, que mi mente andaba ahora en otro mundo, así que
era inútil engañarla y me limité a asentir con la cabeza.
Ni un reproche salió de sus labios, sólo dijo:
-Sabes lo importante que es esto para mí.
Lo sabía. Llevábamos días preparando ese dichoso discurso, redactándolo y
corrigiéndolo juntas, cambiando párrafos, añadiendo y quitando palabras.
Conocía ese discurso punto por punto, ahora sólo estaba ensayándolo
verbalmente, pero llevaba horas repitiéndolo delante de mí para analizar el
énfasis en las frases, la intensidad de la voz, la expresión…
-¿Y bien? –interrumpió mis pensamientos y me obligaba a responder.
-Queda demasiado ensayado, sobreactuado- dije –No me acaba de gustar,
debería parecer más natural, más espontáneo.
-¿Cuándo has visto tú un discurso espontáneo?
-Me refiero a la manera de decirlo.
Ahora era ella la que se había quedado abstraída y aproveché para decirle
todo lo que pensaba sobre su discurso y sobre ella misma, sin tapujos, con la
sinceridad con la que siempre nos hablábamos la una a la otra.
-Te falta esa chispa necesaria para conectar con la gente, tu postura no es
relajada, tu tono no despierta interés y el final no incita a la implicación.
¡Así no vas a conseguir recaudar fondos para el proyecto!- le dije -Ya sé que perdiste
la ilusión cuando él se fue y asumiste toda la carga tu sola, se nota tu
tristeza y tu falta de entusiasmo. Deshecha esa actitud, piensa en el hospital,
en esos niños necesitados y habla como lo haría él, con el corazón.
Salí del cuarto de baño apagando la luz y allí se quedó, en la penumbra, detrás del espejo.
Magnífico dialogo.
ResponderEliminarHablemos de teatro. Algo sé
Nunca, nunca se debe ensayar ante un espejo o grabarse la voz.Es el mayor error que se puede cometer. Por mucho que la prota ensaye, frente a un espejo, nunca le saldrá bien. Pierde toda la naturalidad que el texto merece.
Dile a la prota, que debe aprenderse el texto del discurso de memoria. Eso es obligatorio.
A la hora de decir debe tener claro los siguientes conceptos:
ALTO, CLARO Y DESPACIO.
De todo lo demás debe olvidarse. La gente no miran las arrugas.
Un abrazo
Me quito el sombrero ante ti!
EliminarLo tendré en cuenta en el caso hipotético (sabes que tengo pánico escénico) de que algún día tuviera que hacer un discurso y transmito a la prota tus tres consejos, así como tranquilizarla porque no le verán las arrugas.
Gracias, guapa, por compartir tu buen saber.
¿Eres actriz o directora de teatro? ¡Ay, a ver si resultará que eres una conocida actriz! ¡estaría bueno jaja!
Y bien puedes decir que la conocías desde siempre :)
ResponderEliminarA veces los espejos, esos mediadores tan sinceros, nos descubren sorpresas difíciles de aceptar, pero no imposibles de superar.
Me ha gustado mucho, Monste.
No sé si a tí te pasa también, pero a veces escucharte a tí mismo, esa parte interior que sabe la verdad, es la fórmula para superarse.
EliminarMil besos, JuanRa!!
jaja
ResponderEliminar¿ Por qué sabes que tienes miedo escénico? ¿En qué lo notas?
Te lo cuento.... la única vez que he hecho una oratoria en público fue en la Comunión de hija, me pidieron que leyera un pasaje ante el micrófono en el altar ¡ay, lo pasé faltal! no sé si porque me embargó la emoción del texto y de mi hija, el caso es que me atraganté, me tenía que aguantar las lágrimas, se me hizo un nudo en la garganta, me puse roja como un tomate y un largo etc...
EliminarNunca más lo he vuelto a intentar, claro que tampoco tengo oportunidad, jeje.
Besitos.
Muy bueno el relato.
ResponderEliminarP.D.: Acabo de darme cuenta de la publicación de tu diploma, jejeje . Qué bien te queda en el blog.
Sí, el diploma queda muy bonito con esa composición que has hecho!!
EliminarMil besos, guapa.