Hoy no, Fernández, mañana haremos la toma de las jirafas ¡y llévelas de aquí, por Dios, huelen que apestan!. Eso me dijo el primer día y algo parecido al siguiente y lo malo es que los animalitos ya se habían acabado casi todas las reservas, habían puesto el almacén lleno de heces y empezaban a ponerse nerviosas.
¿Parques y Jardines?, oiga ¿no tendrán por ahí algunos kilitos de restos de poda?, es que tengo unos animalillos que alimentar y necesitaría hojas ... ¡casi nada, una vagatela! unos 300 kilos poco más o menos ... Oiga, que no, que no estoy de cachondeo (aquí les suelto toda la historia) ... que no tienen tantos kilos, bueno, con los que tengan me las arreglaré.
Por fin, el último día, el jefe se dignó rodar la toma de las jirafas y ahí que fuimos Manolo y yo todo el día con ellas por el plató, arriba y abajo, siguiendo sus órdenes. Ahora colocalas aquí, ahora allá, que se muevan, que no caminen hacia la cámara, que no agachen el cuello, que no molesten a la actriz que está muerta de pánico, pónlas en ese rincón que paramos para almorzar. Parece que no tienen muy buen aspecto, dijo el gracioso del cámara a lo que contesté ¡y qué aspecto tendrías tú, amigo, si te encerraran cuatro días en un almacén lleno de mierda!. Después de una jornada agotadora, de horas y horas, el jefe dice aquello de toma válida y ya nos ponemos marchar. Y todo para los escasos 12 minutos que aparecen en la película.
El señor Conrad no está, salió hace dos días a Nueva Zelanda y no vuelve hasta el jueves. La habría matado, pero la chica no tenía ninguna culpa ¡maldito Conrad! ¿y ahora que hago yo tres días más con las jirafas?, el del almacén quiere cobrar más dinero y que se lo deje todo como una patena y los animalitos están muertos de hambre otra vez. El jefe dice que no paga más días de alquiler del almacén y que me deshaga de las jirafas y a mi me da que el mister Conrad no vuelve hasta que no haya capturado canguros o vete a saber qué.
Manolo ¿no tendrás un hueco en el zoo para un par de jirafas?, venga hombre, que sólo serán dos días como mucho... te recuerdo que aún me debes el favor del chimpancé ... vale, nos vemos allí.
Aquella noche, me las encontré con los cuellos enlazados haciéndose mimos la una a la otra. Me conmovió su ternura, así que fui a buscar la cámara de fotos al coche y monté el trípode. Cuando Manolo llegó, me encontró haciéndoles una foto de recuerdo. ¡Qué hermosos animales! dije y ellas me sonrieron.
Logrado relato naturalista de un comportamiento muy artificial: la obsesión humana por crear imágenes a costa de seres que nunca debieron de perder su libertad salvaje...aunque, al menos, las jirafas siempre nos podrán mirar por encima del hombro.
ResponderEliminarSaludos, Montse.
El detalle final me ha encantado, me gustan mucho los mimos ;)
ResponderEliminarJo, qué original el tema y qué bonito el relato. Tendrá segunda parte?
ResponderEliminarJavier los humanos parece que estamos al margen de la naturaleza y que, además, queremos controlarla a toda costa, incluso a costa de la libertad.
ResponderEliminarNi de niña me gustaron los animales del zoo, el hecho de verlos encarcelados para disfrute humano me parecía feo y ahora me lo sigue pareciendo.
Las jirafas pueden mirarnos por encima del hombro ¡jajaja, muy bueno!, me encanta tu sentido del humor y tus frases frescas.
Un abrazo!
¡Pues muchos mimitos para tí, Pixel!!!
ResponderEliminarGracias, guapetona!!!
ResponderEliminarNo lo he escrito pensando en una segunda parte, sólo es un relato corto y muy inspirado en la fotografía que, por cierto, me encanta.
Besitos, Drea
conrad? ÉSE conrad? seguro no vuelve, así que quedémonos con las jirafas mimosas.
ResponderEliminarestupenda historia, hermosa foto!
mil besos*
Teresa es que se las ve muy dulces, ya también me las llevaría a su África natal para que vivieran felices.
ResponderEliminarMuchos besitos y mimitos!!
¡A saber dónde está Conrad! jajaja... Rayuela ¿nos las quedamos?, bueno yo no que si comen tanto me dejan sin jardín en dos días ¡y eso sí que no!
ResponderEliminarUn besito ^_^
ayyy, pues si os cansáis u os vais de vacaciones, enviarme las jirafas, que la pongo en mi terraza, me subo a un taburete y enlazadas las tres, nos hacemos mimos ;) . Mira, que son graciosas
ResponderEliminarJajaja, pues te iban a poner buena la terraza con sus necesidades, que deben ser muchas y con el cuello tan largo que tienen se comerían los geranios de la vecina y creo que no le iba a hacer ninguna gracia.
ResponderEliminarMejor nos hacemos un safari tod@os y las llevamos a la selva ¿no?
Besitos, Pixel
Venga va, la idea del safari me ha gustado más
ResponderEliminarBesos
¡Marchando una de safariii! jeje
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