En estos tiempos que nos han tocado vivir, en el incesante torbellino del ir y venir de cada día, a veces te sientes conejo.
Te sientes perseguido por las obligaciones, las deudas, las circunstancias y sabes que tienes que correr. Por mucho que corras, por mucho que quieras eludir todo eso, notas que casi te pisan los talones y aún apresuras más la marcha. ¡Hasta cuando!...
Hasta que tus fuerzas flaqueen y te rindas exhausto ante el acoso de tus perseguidores o hasta que estos desfallezcan o logres despistarlos.
A veces, tus perseguidores no son más que tus propios miedos, el peso de tus fracasos y la angustia de tus incertidumbres. Si por un momento pudieras volver la cabeza y mirar hacia atrás, es posible que no vieras nada.
Sin embargo, en otros momentos puedes llegar a ser uno de esos perros cazadores.
En la vida también somos depredadores de nuestras metas, de nuestras ilusiones y de nuestros sueños. La lucha por alcanzar el objetivo te hace correr y correr a gran velocidad, no te das ni un minuto de descanso y te dejas la piel en la carrera por llegar el primero, mientras tu compañero lucha a tu lado y contra tí ¡qué contradicción!.
Puede ser que tu objetivo se esfume en un abrir y cerrar de ojos. Antes quizá sería mejor detenerse, respirar hondo y preguntarse ¿vale la pena? ¿Y si estoy persiguiendo un imposible?
Sea como sea, conejo o perro, perseguido y perseguidor, lo mejor es detenerse y caminar, que de toda esta historia lo único imparable es el tiempo y ese hay que vivirlo sin prisas.
Cada día te superas, Montse. Chapeau!
ResponderEliminarMuchos besos
Muchos besos a tí, Elvira ¡eres un cielo!
ResponderEliminarUna reflexión muy interesante, de verdad. Me ha hecho pensar.
ResponderEliminarDrea, me alegra que pienses que a veces hay que dejar de correr y empezar a disfrutar de un buen paseo, que tú vas siempre "mu alecerá".
ResponderEliminarPero no dejes de ser tú misma ¡eres fantástica!, así que si tienes que ir trotando, trota, que cada uno tiene su propio ritmo.
Besitos.
Yo creo que cada uno tiene que ir a su paso en la vida, el cuál para cada persona será distinto, pero simpre o al menos intentarlo seguir tu propio ritmo, no el de los demás.
ResponderEliminarY tanto que sí!
ResponderEliminarYo estoy hasta las narices de ser conejo, tengo ganas de ser como el ericín ese del anuncio, hacerme bola ( no sé si con pinchos, pero : sí bola) y rodar hasta el otro lado de la carretera...Y uan vez allí recuperar la forma e ir tranquilamente paseando
Me cansé de correr y esforzarme. Estoy de huelga de patas caídas ^____^
jajaja, besote
Estoy contigo, Gargon, que la vida cada uno tiene que vivirla a su manera.
ResponderEliminar¡Cuidadín, Femme!
ResponderEliminarQue eso de atravesar la carretera es peligroso, no vaya a pasar un camión y te deje como un sobre de aplanada.
¡Viva la huelga de patas caídas!, me apunto, que ha gustado esa expesión.
Besotes, pour toi!