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Un joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:
-Escucha, maestro. Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...
-¡Espera! –lo interrumpe el filósofo- ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas?
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguién?
-No, en realidad, no. Al contrario...
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces –dijo el sabio sonriendo- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
(De autor desconocido, circulaba por un foro de Internet)
Muy sabio el consejo, sí señor. Una manera perfecta de no amargarse uno la vida con habladurías.
ResponderEliminarMe ha recordado a lo que me decía a veces mi madre:
"De lo que oigas no te creas nada, y de lo que veas, la mitad"
Saludos, Montse.
(La foto me encanta :))
Gracias por lo de la foto, JuanRa :) porque es lo único mío que hay en esta entrada, el texto lo leí "por ahí" y me gustó tanto que decidí ponerlo, porque siempre he estado en contra de los chismes y habladurías y de la gente que habla sin saber el mal que pueden causar.
Eliminar¡Qué sabia tu madre!
Besitos.
Y cuántos problemas nos ahorraríamos con estas tres rejas!!
ResponderEliminarPues la verdad es que sí, que nos ahorraríamos un montón de disgustos.
EliminarMuchos besos, guapa.
Me ha encantado. Es un gran consejo que como dice María si no lo aplicaramos lo bien que estaríamos sin comernos la cabeza por tonterías.
ResponderEliminarCuando lo leí lo encontré genial y muy acertado, por eso he querido compartirlo. Creo que habrá que utilizar esas tres rejas más a menudo.
EliminarBesitos.