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3/10/12

El despertar de una mañana de invierno

Foto mía de una mañana de invierno!


Alargo la mano y paro el implacable tititití…tititití del despertador.
Tengo que darme prisa en levantarme, me digo, porque si tardo mucho me volveré a quedar dormida, lo sé. 

Saco los pies de la cama y busco desesperadamente, en la oscuridad,  las zapatillas ¡cielos, están heladas! pero sin demora me pongo en pie de un salto, la experiencia me dice que es lo mejor, y me enfundo en la bata para llegar hasta el cuarto de baño.

Después me dirijo a la cocina. Todo está en silencio, tanto que me da la sensación de que estoy molestándolo o que lo he despertado. Lo primero es preparar la cafetera ¡es que sin café soy un zombi! y mientras ella hace su cometido noto que los dedos de mis pies se van quedando helados, incluso dentro de mis zapatillas acolchadas.

Trato de pensar, pero creo que mis neuronas se han congelado y no puedo, lo único que se me ocurre es ¡Ostras, qué frío hace hoy! y luego, mientras tomo los primeros sorbos de ese café caliente y humeante aún, de primera hora de la mañana, empiezo a despertarme.

Me acerco a la ventana y a través de los cristales miro al exterior. Aún es de noche ahí afuera y las hojas de los árboles se balancean con el aire frío que las sacude. No se ve mucha gente, tres o cuatro personas a lo sumo, que caminan deprisa y encogidas por el frío. Dicen que la ciudad no duerme nunca, yo diría que por lo menos descansa.  Aún no ha amanecido, el día no ha hecho más que empezar ¡ni siquiera son las 7 de la mañana!

Entonces es cuando recuerdo el sueño que he tenido, o como me suele pasar, parte de él.  
Soñaba que era el día de mi boda y que tenía dudas sobre si debía salir del iglú tan temprano con el frío que debería de hacer en el exterior o esperar a que él viniera a buscarme. Al final he salido, enfundada en un abrigo de piel de oso. Estaba nevando y no  había nadie, pero he sentido voces que provenían de la parte de detrás del iglú y he ido a mirar. Todos los amigos que habían venido para celebrar la boda estaban allí, formaban un círculo alrededor de algo o alguien que había en el suelo y que empezaba a cubrirse de nieve. Me cuentan que han encontrado un Yeti y que al dispararle un dardo con somnífero al parecer, por error, lo han matado y están preocupados. La historia es bien rara, pero ya se sabe que en los sueños las cosas no tienen el mismo sentido que en la vida real. Siento gran curiosidad por ver a ese ser mítico, ese enorme simio de leyenda y abriéndome paso, me acerco a contemplarlo, pero apenas puedo ver nada a través de la nieve que lo cubre. Me aproximo un poco más y de pronto el animal o lo que sea se despierta y sale huyendo, dándome un susto de muerte. Oigo que alguien dice:  final feliz! Y otro responde. Vivan los novios!

Voy a vestirme y luego miro el reloj. Cojo el abrigo y el bolso, y miro el reloj.  Salgo de casa y vuelvo a mirar el reloj. Hoy voy bien de tiempo, me digo. Siento en las mejillas una bofetada de aire frío en cuanto atravieso el portal  y mi cuerpo se resiste a caminar erguido ¡qué mañana más fría!

De pronto se me ocurre pensar en Shakespeare, en su sueño de una noche de verano y en que no hay  tanta diferencia entre sus hadas y elfos y mi abominable hombre de las nieves.


5 comentarios:

  1. Si, es verdad, el frío no te deja pensar. Sólo te repites en la voz de tu intramundo !Qué frío, frío, frío...! Algo así como un eco que deja mudos a tus pensamientos. Pero, amiga mía, eres capar de sacar oro puro en medio de la nada. Me encanta tu literatura espontánea, natural, hermosa, recién levantada de ese sueño de esa noche de verano... o de invierno.

    Un saludo con alegría desde Andalucía.

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    1. Hola Enrique, veo que tanto frío te ha calado y espero no haberte resfriado con tanto amanecer invernal ¡mejor un sueño de verano! y un cálido abrazo para agradecer tus palabras.

      Un besito!

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  2. Me ha gustado mucho imagino que es el comienzo de una historia más larga

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  3. Un relato muy visual, en el que incluso he sentido algún escalofrío.

    Pies helados, calle desierta antes de amanecer, nieve... ¡¡el yeti!! Brrrr :)

    Ah, los sueños y sus caprichosos desvaríos...

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    1. Pues ahí quería yo llegar, a dar esa sensación de frío de las mañanas invernales, así que ¡efecto conseguido, jeje!

      Un abrazote :)

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