De los pies a la cabeza (Autorretrato)

Imagen fotomontaje obtenida a través de PhotoFaceFun.com

De los pies a la cabeza no hay demasiado.

No es mi estatura lo que destacaría de mi persona, si es que hay algo que destacar, que yo, como Machado, nunca perseguí la gloria. Poco me han preocupado los centímetros, las medidas, los tamaños o las formas, me importa más el respeto y la justicia, la paz, el amor y la libertad porque no existe una cosa sin la otra y todas ellas son una.

Siempre he caminado con paso rápido y firme.

Allá a donde voy no hay final, hay camino.

No existen límites para mis pies y a pasitos voy, sin prisa pero sin pausa.

Procuro llevar conmigo la ilusión y la alegría que son carga ligera y me hacen más feliz el viaje. Tengo la suerte de tener a un hombre maravilloso como compañero, con él veo los días y las noches y comparto lluvia, sed, luz y sombras.

Como muchos, como todos, he caído, me he lastimado y me he vuelto a levantar.

Mis piernas no han escalado montañas escarpadas ni se han visto sumergidas en oscuros abismos, no hay proezas que contar. Aún así han saltado obstáculos con facilidad tal vez porque la intención va más allá que la distancia y el querer también lleva al lugar a donde se quiere ir.

Estiro los brazos para poder alcanzar las estrellas.

Allí moran mis sueños y por muy inalcanzables que puedan parecer, intento atraparlos con todas mis fuerzas, una y otra vez.

Ante las injusticias no los cruzo, ante la hipocresía están cerrados, ante al adversidad no los dejo caer, ante el amor los extiendo y cuando llegue el día, abrazaré a la muerte sin miedo, que más temo una vida llena de sufrimiento que su beso mortal.

Prefiero dar que recibir.

A lo largo del camino he entregado y recogido hojas que el viento sacudía, gotas de lluvia, ráfagas de aire y otras muchas cosas que el tiempo me ha hecho olvidar.

Hoy en mis manos conservo unas piedrecitas imantadas de cariño y guardo en el bolsillo la melodía que un pájaro cantó. Con estos valiosos tesoros sé que tarde o temprano lograré tocar el cielo con la punta de los dedos.
Juntándolas agradezco, en oración, lo poco o mucho que la vida me da.

Mis ojos quisieran ver más allá del universo, buscando un milagro que acalle el lamento que hace eco en mis oídos, mientras mi olfato me anuncia el dulce perfume de la esperanza, de mi boca saldrá el canto a la vida que hoy mi pluma escribe.

De los pies a la cabeza voy por la vida, orgullosa y feliz de ser quien soy.