- Buenos días, Doña Eulalia
- Buenos días, Paulino
- Hoy hace un día estupendo para salir a dar un paseo.
- Si, muy bonito - contestó Doña Eulalia - yo no habría salido, pero la niña...
Y dejó la frase sin terminar, mientras empujaba a la joven Laia hacia la puerta.
- Hace bien en salir, Doña Eulalia, que no es bueno estar tanto tiempo en casa y a la niña le conviene tomar el aire y el sol ¡mire qué día tan espléndido!
Paulino no obtuvo respuesta, sólo la fría y amargada mirada de Doña Eulalia. Sostuvo la puerta mientras ambas salían del portal y se perdían en la calle con los transeúntes que pasaban.
¡Qué mujer más arisca! se dijo para sí mismo.
Doña Eulalia desde que enviudó apenas salía de casa y si lo hacía siempre iba acompañada de su hija Laia, una joven muy bella y prudente, de la que Paulino pensaba que tanta reclusión no le hacía ningún bien. Retener a su hija bajo una custodia permanente, evitando la posibilidad de que conociera a un joven del que enamorarse, era un acto sumamente egoísta por parte de aquella huraña mujer, aquella bruja, que así se aseguraba ser cuidada en la vejez.
Laia había sido una niña alegre y risueña hasta que murió su padre. Ahora en cambio se la veía pálida y triste, apenas hablaba con él, el conserje y con las dos criadas que tenían. Una vida demasiado gris para una joven tan bonita.
Estaba Paulino barriendo el vestíbulo cuando salieron del ascensor los Fernández, un matrimonio joven que hacía poco se había ido a vivir allí. No los conocía muy bien, ella era agradable y él algo serio, pero podría ser por su condición de joven doctorado dedicado a largas horas de estudio o incluso por cierta timidez.
- Buenos días, Paulino - dijo ella - ¡el día es ideal para dar un paseo!
- Pero volveremos pronto, que tengo mucho trabajo - apuntó él.
- Hacen muy bien en disfrutar de esta mañana soleada - contestó Paulino y los vió alejarse calle abajo, ella retocándose el sombrerito, mientras él le ofrecía el brazo para que se cogiera.
- Buenos días, Paulino ¿cómo lleva esos dolores de espalda?
- Buenos días, Señor Rey, vamos tirando según el tiempo.
- Ahora que empieza el buen tiempo mejorará mucho, ya lo verá ¡qué alegría que ya tengamos solecito! - le da una palmadita en la espalda y le guiña un ojo - Salgo con las chicas, hoy nos vamos al parque, aprovechando que hace un día tan lindo.
- Sí, señor Paulino - dice Marisol, una de las jóvenes - queremos ver el estanque nuevo
- ¡Y los patos! - dice la otra - Porque hay patos y un surtidor de agua en el centro ¡vamos, vamos!
Y salen corriendo, entre risas y saltitos.
- Son unos soles estas niñas - dijo Paulino
- ¡Unos ángeles!
- ¡Unos ángeles!
- Y usted que lo diga.
Y vaya si tenía razón, porque había una gran diferencia entre las gemelas del Señor Rey, Marisol y Mariluz, con la pobre Laia.
Paulino, sigue con sus quehaceres y se pone a limpiar los dorados de la caja de timbres, al tiempo que reflexiona sobre los contrastes que la vida nos brinda a cada paso. Se le ocurre pensar que en esta época de modernidades e inventos constantes, sería maravilloso que todo se pudiera arreglar simplemente apretando un botón.
Paulino, sigue con sus quehaceres y se pone a limpiar los dorados de la caja de timbres, al tiempo que reflexiona sobre los contrastes que la vida nos brinda a cada paso. Se le ocurre pensar que en esta época de modernidades e inventos constantes, sería maravilloso que todo se pudiera arreglar simplemente apretando un botón.
Andaba con esas reflexiones cuando apareció la artista del ático, la Señorita Sara ¡qué mujer tan extraordinaria! había visto algunas de sus pinturas y le parecieron muy raras, no es que no le gustaran, era que le parecían diferentes, claro que él no entendía de esas cosas.
- Buenos días, Señorita Sara
- Buenos días, Paulino - contestó con una sonrisa - Veo que todo el mundo ha salido hoy a pasear, cosa nada extraña con este día de sol que hace después de varios días nublados y con lluvia ¡es un deleite para los sentidos!. Me voy al parque, que tenemos la suerte de tener tan cerca, a tomar apuntes para mis lienzos, después, si me queda tiempo, iré a comprar un pincel nuevo y un tubo de azul cobalto y dos de blanco, porque tengo un par de ideas buenísimas en las que estoy trabajando.
- ¿Alguno de esos cuadros modernistas?
- Mi querido Paulino, quiere usted saber demasiado - rió ella - si ni yo misma sé como lo voy a terminar!. Por cierto, me ha parecido ver a Doña Eulalia y su niña ¡vaya acontecimiento que salgan a la calle!, no es que quiera entrometerme pero esa no es vida para una jovencita ¿verdad? a veces me dan ganas de decirle algo, pero me contengo y más con las miradas que me lanza Doña Eulalia que, entre usted y yo, es una bruja.
- ¡Huy, si la oyera! pero tiene razón, Señorita Sara, es una bruja.
- Me voy, Paulino, que si no al final no haré nada.
Paulino se queda pensativo, reteniendo el olor del perfume que deja la Señorita Sara al pasar. Se queda mirando como avanza por la calle, decidida e irradiando energía. La admira porque es capaz de decir lo que piensa sin temor. Entre la bruja y su infeliz hija, los enamorados y el señor Rey con sus dos soles, prefiere a la artista, bohemia, encantadora, audaz, brillante y extremadamente atractiva Sara. Tal vez esta mañana soleada le ha trastocado la cabeza, porque se siente como un enamorado o como si no fuera de piedra.
* Fotos de distintos edificios de Barcelona que enmarcan el foto-cuento hipotéticamente a principios del siglo XX, una época austera, en los albores de la ciencia y la medicina, la industrialización y el arte modernista o art-nouveau.
Promete mucho este foto-cuento, a mí ya me ha enganchado y ya estoy haciendo cábalas sobre lo que puede pasar a continuación, a ver si coincidimos en la idea que tengo, jeje. Esas figuras en piedra son muy propias y algunas tan realistas que dan miedo, parecen el producto de Medusa.
ResponderEliminarBesos
:D
Ana, no era mi intención continuarlo, para mí acaba aquí, pero ya que te gusta tanto el realismo de estas figuras de piedra lo voy a seguir si es posible porque no tengo tantas fotos de este tipo ¡bueno, ya me las arreglaré, jaja!
EliminarPrecisamente por eso, porque parecen tan reales como si fueran a hablar, se me ocurrió este foto-cuento ¡ei, pero yo no soy Medusa!
Mil besos y feliz finde :)
Que Deus te dê um esplendoroso dia, com raios luminosos que te possam clarear os olhos para ver o quanto és importante. Deus Pai te fez assim: mulher importante e figura do próprio amor. Ele te moldou como uma rosa: forte e justa como os espinhos, linda e suave como as pétalas. (fonte:aqui)
ResponderEliminarFELIZ DIA INTERNACIONAL DAS MULHERES!
Um doce abraço, Marie.
Tienes razón, Marie, las mujeres somos resistentes como el rosal y delicadas como sus pétalos.
EliminarFeliz día Internacional de las mujeres!!
Y muchos besos.
Nada como el sol después de muchos días sin verlo. Es reconfortante e inspirador. Y diría que tú te nutres de sol para contar historias tan luminosas, que cuando las acompañas de fotos tan buenas son siempre una delicia.
ResponderEliminarUn saludo, Montse
Has acertado, JuanRa, el sol es vital para mí, sin él estoy perdida.
EliminarUna vez me comentaron que hay personas de noche y personas de día, sin duda yo soy de las segundas :)
Mil besos, amiguete.
Como siempre muy buena pinta tiene este foto cuento.
ResponderEliminarHay una segunda parte, lo digo por si quieres leerla :)
EliminarMuchos besos.