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20/3/14

FOTO-CUENTO : El monje de Güacayán III

Iglesia San Cristòfol de Travertet

- Buenos días - dijo el guía - me llamo Pedro y les doy la bienvenida a este antiguo Monasterio. La visita durará una hora aproximadamente, primero veremos su estructura exterior, después iremos al interior para ver el altar, la sala capitular y el claustro románico y para finalizar bajaremos a la bodega donde se elaboraba el famoso licor del monje de Güacayán. 
- ¿Nos contará la leyenda del monje? - preguntó una señora regordeta que estaba a su lado.
- Por supuesto - contestó con una sonrisa.
- ¿Cómo dice?
- Dígaselo más alto -chilló otra mujer- no oye bien ¡la pobre!
- Que sí, señora, que les contaré la historia del monje.
- ¿Y podremos tomar una copita? - preguntó un hombre que se apoyaba en un bastón.
- Al finalizar la visita mi compañero les llevará al restaurante y allí, después de comer, podrán degustar el licor.
- ¿Y cuando nos darán el jamón? - preguntó otro
- También será después de la comida, no se preocupe caballero que lo tenemos todo controlado. Y ahora síganme, por favor.


El grupo de hombres y mujeres de la tercera edad fue siguiendo a Pedro mientras rodeaban el muro, sin apenas prestar atención a las explicaciones que les daba. Unos iban haciendo fotos, otros hablando y riendo entre sí, en especial las mujeres que eran mayoría, o se rezagaban, ya fuera porque les costaba caminar con soltura, ya fuera porque se entretenían sacando un pañuelo del bolso, bebiendo agua de una botellita o arreglándose la falda que se les había arrugado durante el largo trayecto en autocar.

Herbolario en Travertet

Cuando llegaron al herbolario, situado a la entrada de la bodega, fue cuando volvieron a insistir en que les contara la leyenda, sin tener en cuenta que una parte de ella el guía ya la había ido explicando, mientras les hablaba del conjunto arquitectónico en cuanto a la construcción de una segunda nave, del campanario fortificado y un largo etcétera.

- ¿Y este es el herbolario del monje?
- Muy moderno me parece a mí para ser de hace siglos.
- Es una réplica
- ¡Ahh!
- ¿Puedo coger unas ramitas de romero?
- No, de aquí no se puede coger nada. Luego, en la tienda del pueblo, le dejo un momento para que compren hierbas aromáticas y caramelos de eucalipto.
- ¡Y qué bien huele aquí!
- Joven, ¿nos va a contar la leyenda de una vez?
- ¿Es verdad que se iba haciendo más joven a medida que bebía ese licor?

Pedro esperó pacientemente toda la retahíla de preguntas, para empezar a contarles la historia del monje de Güacayán. Y esto es lo que les dijo:

Foto: Montse Fotoblog (Vela encendida)

El efecto que produjeron apenas unas gotas del licor con semillas de güacayán en los miembros de la comunidad, no fue el que el monje había previsto de forma tan optimista, porque mientras unos pocos obtenían cierta mejoría en sus dolores reumáticos a la mayoría no les hacía ningún efecto, es más, incluso parecía que se incrementaban sus dolencias. Ante tan espantoso resultado, el monje, decepcionado, dejó de administrar su licor a la espera de no sabía muy bien qué.

Sólo cuando, años después, el árbol que había plantado pudo dar fruto y de sus semillas el monje elaborara un elixir, junto con otras hierbas y bien distinto a aquel primero, fue cuando se produjo el asombroso portento. Pero esta vez lo tomaba él solo, no atreviéndose a darlo a beber a los demás y así noche tras noche, en su celda, mientras estudiaba tratados de medicina y herbariums de antiguos textos griegos o bizantinos, que había transcrito en latín durante la tarde en el scriptorium, se tomaba una copa de su licor.

Con el paso del tiempo cada vez se sentía mejor, estaba rejuvenecido, tenía más vitalidad y cada noche veía mejor a la tenue luz de la vela, hechos todos ellos que provenían sin duda alguna del licor. No envejecía, más bien se veía cada día más joven y ante ese prodigio y para no llamar la atención, se dejó la barba para parecer más viejo y ésta no se volvía canosa, sus manos no mostraban arruga alguna y su cuerpo tenía la lozanía de cuando era carpintero y gozaba con su amada esposa.

Este fenómeno no pasó desapercibido por el resto de la comunidad que empezó a sospechar que algo diabólico hacía que el monje, que ya contaba con una cierta edad, se viera tan lustroso. Y de las sospechas y cuchicheos pasaron a las acusaciones, en especial de su afición a plantar unas hierbas desconocidas en la huerta y a las largas horas de estudio que dedicaba a las mismas y así, poco a poco, hasta atribuirle prácticas de brujería. Finalmente le llamaron a capítulo y aunque acabó confesándolo todo, fue expulsado de inmediato de la orden.

Tras su marcha y aprovechando el licor de güacayán que había en la bodega, le daban una copita cada noche al viejo y enfermo prior para que se restableciera, a pesar de que les pareciera una herejía que bebiera esa bebida del diablo, que unos querían destruir y otros degustar. Pero fue inútil, ni el prior ni ninguno de los monjes se rejuveneció jamás.
El licor se acabó y nunca más supieron de aquel monje.

Continuará...


Leer capítulos anteriores : El monje de Güacayán y El monje de Güacayán II


10 comentarios:

  1. Oh, misterios del licor de Guacayán, quién pudiera agenciarse una botella de esas.
    Otra vez me quedo con las ganas de seguir leyendo la historia, (¿tenemos que esperar a que se consuma esa vela? Espero que no :p)

    Un beso, Montse
    Ah, y feliz finde!!!

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    1. ¡Ay, diablillo, diablillo! no te emborraches con las palabras, que éstas a veces son tan engañosas como los brebajes que prometen la eterna juventud.
      Estate atento que pronto viene la siguiente entrega y vete mirando la vela que en cuanto se apague se rompe el hechizo :)
      Muchos besos, majete y buen finde (veo que se te ha peago lo del finde, jiji)

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  2. Pobre monje acusado de brujería, (la palabra favorita en aquella época), todo lo que era desconocido o sospechoso automáticamente era etiquetado como cosa del diablo. Es un misterio porque el prior tomando el mismo licor no mejoró si tan bien le iba al monje, ¿verdad?
    Tu historia es genial, ah, encontré una pequeña errata en una palabra, está en esta frase:
    "- Dígaselo más alto -chilló otra mujer- no olle bien ¡la pobre!". Olle en vez de oye.
    Feliz fin de semana, y feliz entrada a la primavera, ¡que disfrutes del buen tiempo y las flores!
    Un beso

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    1. ¡Ohhh, qué fallo más imperdonable! no es por justificarme pero corregí varias veces esa parte del texto y creo que se me coló la errata ¡gracias, guapa!

      Por menos de eso lo habrían quemado en la hoguera, pero si quemo al protagonista, se me acaba el cuento, jaja.

      Pasadito por agua llevamos en finde :) pero feliz porque ya es primavera. Lo mismo para tí, Ana, feliz entrada de estación florida.
      Mil besos.

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  3. Aunque suene feo Montse. ¡No me puedes dejar así!
    ¿Para cuándo la siguiente entrega?

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    1. Para la semana que viene, Hitlodeo ¡estate atento!
      Besitos.

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  4. Desde luego Montse como te curras los cuentecitos. Imaginación al poder!!!!!

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    1. Sí, más que cuentos parecen novelas por capítulos, jeje.
      Besitos, principita.

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  5. Montse, si no es mucho pedir, a ver si te puedes hacer con unas cuantas botellitas pues ya que tienes imaginación para contar fabulosas historias a lo mejor eres capaz de eleborarnos el elixir de la juventud ;)

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    1. Jajaja, todo sería ponerse, quien sabe si a lo mejor tengo "magia" y hago un licor rejuvenecedor, que buena falta me hace!
      Serías la primera en saberlo :)
      Besos.

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