Amigos y seguidores

26/9/12

Póker de reinas



La reina de corazones:

El largo pasillo del metro que enlaza una línea con otra, está abarrotado. Se forman dos columnas de gente que caminan en sentidos opuestos, formando un multicolor enjambre de personas que van de aquí para allá, absortas, sin apenas mirarse las unas a las otras. 
En el centro del pasillo, entre un graffiti y un anuncio de telefonía móvil, hay un hombre sentado en el suelo.  Está apoyado en el cartel del anuncio, con las piernas estiradas y tapadas con una manta. Por la forma se nota que tiene amputada parte de la pierna izquierda. A su lado, entre cartones y unas viejas muletas, hay un letrero que dice: "Estoy sin trabajo, sin pierna y con seis hijos que dar de comer. ¡Ayúdenme!" 
La multitud ni siquiera repara en él. 
Al pasar, María deposita un par de monedas en el platillo que hay junto al letrero. 
-Gracias- le dice el hombre.



La reina de picas:

Hace apenas dos horas que Lola ha tenido una desagradable discusión con su compañera de piso y un día antes había tenido otra con su jefe, así que está de muy mal humor, de peor humor que de costumbre y además detesta ir en metro. Camina muy rápido, como si quisiera llegar muy lejos en poco tiempo o tuviera poco tiempo para llegar a no se sabe dónde. 
Cuando pasa cerca del hombre del letrero, tropieza con él, que casi le hace perder el equilibrio. El platillo vuelca y las pocas monedas que contiene se quedan esparcidas por el suelo.
-¡Imbécil!- le grita -¿Se puede saber qué hace todo esto aquí en medio? ¡Casi me mato, por su culpa!
El hombre la observa sin decir nada, no se atreve, se limita a tratar, con sumo esfuerzo, de recuperar las monedas.
-Eso, eso- dice ella con sorna -el dinero es lo único que te importa.
-Lo necesito- dice -es todo lo que tengo.



La reina de diamantes:

Una señora elegante, bien vestida y de aspecto afable se acerca hasta ellos, se agacha y se dispone a ayudar al hombre a recoger las monedas.
-¿Se puede saber qué hace?- le pregunta Lola.
No obtiene respuesta y eso aún la exaspera más. Maldice, reniega y ofende, sin hacer el más mínimo intento de ayudar, pero permaneciendo allí como a la espera de ver la reacción de sus ofensivas críticas.
-¿Se puede saber qué le pasa, joven?- dice la señora, una vez que ha acabado la tarea -no ha dejado de decir estupideces.
Se pone en pie, pausadamente y con refinados movimientos.
-¡Ese tipo es un vago y un farsante!- exclama Lola encolerizada.
-No podemos asegurarlo, ni tampoco comprobarlo, pero aunque así fuera no hay razón para no ayudarle y mucho menos para insultarle.
Lola se queda desarmada.
-No despliegues tu ira contra los demás, ni juzgues a nadie por las apariencias- termina diciendo la señora.
El hombre, que ha permanecido en silencio, esboza una sonrisa, no se sabe si por haber recuperado el dinero o por las palabras que acaba de escuchar.
A los pocos minutos, otra multitud circula por aquel largo pasillo y las dos mujeres desaparecen dispersas entre la gente.



La reina de trébol:

La ve venir desde lejos, como cada día y al verla se le rompe el corazón. Llega hasta el rincón del pasillo en donde él está y le acerca las muletas para que pueda levantarse. Le ayuda a hacerlo mientras le pregunta que tal le ha ido la jornada, si está bien y, por último, si ha recaudado mucho, como si fuera lo que menos le importara a pesar de que no tienen gran cosa para vivir.
Como siempre ocurre, hay una parte de verdad y una de mentira en el letrero. Además de tener la pierna izquierda mutilada, no tiene trabajo, pero sí una mísera paga por accidente y no tiene seis hijos, sólo la tiene a ella, a su hija Rosa.
También como siempre, le cuenta una parte de la verdad. Una joven de gran corazón le ha dado dos monedas de dos euros con los que esta noche podrán comprar algo más que otros días para cenar. También  le cuenta que una joven ha tropezado con él y que una señora guapa y muy elegante ha dicho unas palabras preciosas como joyas, pero ninguna de ellas le ha dejado ni un céntimo.
-No te preocupes, papá, mañana todo irá mejor-dice su hija.
Para ella sí, para ella hay un mañana, para él ya no lo sabe, pero calla y asienta con una amarga sonrisa.


8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Es una historia bastante real, desgraciadamente, aunque contada a mi modo, jeje..
      Un besito, guapa!

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  2. Qué original tu relato, Montse. Título, contenido y forma de contarlo.
    Y muy actual, por desgracia...

    Un beso.

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    1. Gracias, Myra, me alegra que te guste esta triste historia y me gusta que hayas pensado lo mismo que yo al escribirla, que es muy actual, por desgracia.

      Un besito :)

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  3. Muy bonito, Montse, una historia muy bien "barajada" ;)
    Me ha encantado.

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    1. JuanRa, ya sabes que me gusta jugar, así que nada mejor que contar una historia con juego,jeje.

      Un besazo!

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  4. Qué historia más original, me ha gustado mucho. Gracias!!

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