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4/7/12

El ángel fortuito




No me gusta conducir de noche, por eso cuando le dije a Julia que pasaría a recogerla por la urbanización, no me acordé de que cuando fuera circulando por la carretera ya estaría oscuro y me maldije a mí mismo. Son de esas cosas que me suelen pasar, olvido los pequeños detalles.

Al salir de la autovía lo vi por primera vez. Circulaba detrás de mí y me fijé porque era un coche de la misma marca, del mismo modelo y del mismo color que el mío, lo que no dejaba de ser una curiosa casualidad.

No veía al conductor. Ya había enfilado la carretera secundaria, mal asfaltada y sin iluminación pero miraba, de tanto en tanto, por el retrovisor con cierta curiosidad. No era habitual ver muchos vehículos en aquella carretera y mucho menos como el mío.

En una curva ligera me adelantó, pero no me dio tiempo a verle la cara, ni siquiera a averiguar si era hombre o mujer. Estaba intrigado.

En la rotonda, parado detrás de él, tampoco tuve suerte, ni en la siguiente curva que fue cuando yo lo adelanté. Al parecer eso no le gustó porque hizo un adelantamiento temerario para situarse nuevamente delante y, acto seguido, aceleró y se perdió en la oscuridad.

No me dejo impresionar por ese tipo de personas que se enfadan al volante, pero mi curiosidad pudo más que mi prudencia y aceleré hasta alcanzarle. Estaba situado justo detrás y me disponía a adelantarle con la intención de verle la cara, cuando me acometió de costado. Sentí  el ruido de la chapa rasgándose por el contacto y, por un leve instante, mientras pasaba por al lado, me pareció ver su cara. Era un hombre. De pronto volvió a acelerar y desapareció de mi vista.

Estaba confuso ¿porqué me había embestido? ¿quién era ese hombre?. Me asaltaban un montón de preguntas sin respuesta y apreté el acelerador.

Fui conduciendo más de un kilómetro sin encontrarme con aquel vehículo gemelo y a medida que avanzaba aumentaba mi desesperación y mi velocidad, hasta que volví a verlo, pero esta vez no iba en la misma dirección, sino que venía en dirección contraria y se abalanzaba sobre mí, de frente.  Los focos me deslumbraron, igual que yo debía deslumbrarle a él, pero no sé por qué extraña razón no hice el menor gesto para aminorar la velocidad.

El choque brutal me dejó sin conocimiento y cuando lo recobré, apenas podía moverme. Intentaba ver a través de la sangre que manaba de mi rostro, por delante del parabrisas roto, algún indicio del coche asesino y de su misterioso conductor, pero fue inútil.
Haciendo acopio de todas mis fuerzas, conseguí salir del coche, ponerme en pie y acercarme a aquel coche destrozado, que asombrosamente parecía haber sufrido los mismos daños que el mío. Miré con recelo por la puerta del conductor, para verle la cara, quería decirle algo, tal vez reprocharle que hubiera provocado el accidente y dar fin a esa insólita situación.

¡Oh, Dios mío, era yo!

Aquel hombre era yo mismo. Me vi con la cara ensangrentada encima del volante. Vi que levantaba la vista para mirarme a mí mismo, en un último soplo de vida, vidriosos los ojos llenos de desesperación, víctima del accidente que yo mismo había provocado. Antes de expirar, en un rincón, su ángel yacía traspasado por el dolor en actitud de estar rezando una plegaria.

Aterrorizado, me di la vuelta para volver a mi coche y allí me encontré conmigo mismo, en la misma posición exacta que mi otro yo que acababa de ver morir.  Pero yo aún estaba vivo.  El ángel traslúcido se acercó hasta donde me encontraba, y allí, de pie, delante de mí mismo moribundo, dejó escapar una lágrima y se arrodilló para rezar.

Y ya no recuerdo nada más, mi mente se quedó en blanco. 

10 comentarios:

  1. Bueno Montse !!! que buena autora has resultado, me encantó la historia, genial.
    Un beso desde Aregentina

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    1. Me alegro mucho que te haya gustado, Liliana!!

      Muchos besos.

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  2. Qué rayada! Esta chulisimo y encierra una moraleja y un doble sentido de los que deberíamos tomar nota para evitar errores que tengan graves consecuencias...

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    1. Sin embargo, a veces es bueno enfrentarse con uno mismo ¡aunque sin llegar a estos extremos, jaja!

      Un besito, guapa :)

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  3. Uauuu ! Montse, desconocía esta faceta tuya, muy buen relato, fantástico.

    Feliç dia.

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    1. Pues yo me alegro un montón de que me hayas "descubierto" :)

      Muchos besos!!
      Y buen finde!!

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  4. ¿Cómo lo calificaría? Sí, ¡vertiginosa! :)
    Y cuando leo historias ficticias siempre me gusta saber por qué llegaron a nacer.
    ¿De qué carretera de la imaginación surgió esta historia, Montse?

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    1. Buena pregunta, jeje
      ¡A saber en que recónditos y ocultos lugares de mi cerebro se esconden estas historias que escribo! Ni yo misma lo sé!!

      Muchos besos y buen finde :)

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  5. Excelente narrativa, Montse.

    Yo mismo he conducido ese coche. Durante unos minutos me has atrapado y devoraba los párrafos con ansiedad. Me ha encantado. Tienes un don para la composición literaria. Yo también disfruto escribiendo de vez en cuando y me has vuelto a despertar el gusanillo.

    Un millón de gracias por este ameno rato compartido.

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  6. Pues no sabes la alegría que me das con saber que he despertado ese "gusanillo" dormido, Charrancito, porque escribir es un ejercicio que no hay que dejar de practicar.
    Me encantará leerte!

    Un millón de gracias a tí, por tantas alabanzas :)
    Besos.

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