Los jueves, durante muchos años, era nuestro día, el día que mi hermana Mª Carmen y yo nos reuníamos con mamá.
Al principio eran tardes de ajetreo con compras, cosas de casa, carnavales de los niños, fiestas infantiles y un sinfín de actividades que giraban en torno a nuestros hijos y que aplazábamos para ese día. Eran jueves caóticos y agotadores.
Pero fueron cambiando con el paso de los años, lo mismo que la vida, sin apenas darte cuenta unas veces y a pasos agigantados otras, de modo que aunque nos veíamos otros días y los fines de semana los pasáramos juntas o no, en la medida que los hijos fueron creciendo y nos dejaron a las tres, las tardes de los jueves empezaron a tener otra dimensión y se convirtieron en "sagradas".
Eran como tener una isla en medio del océano, un tiempo para nosotras tres.
Nos íbamos de tiendas, al teatro, a las exposiciones de los óleos de mamá, a merendar churros con chocolate en invierno, a pasear en verano. ¡Qué suerte tiene, señora María, ir con sus hijas los jueves! le decían las vecinas muertas de envidia a mamá y ella se llenaba de orgullo.
No todo eran rosas, también había espinas. Porque mamá era mucha mamá y ejercía a la perfección, mi hermana tiene carácter y yo a veces me sentía como un bicho raro ¡éramos tan distintas!. Aún así, los jueves eran mucho más que un día de la semana, eran nuestros jueves.
Y entonces vino lo peor, nos quedamos sin mamá y con ella se fue la magia de los jueves.
¿Cómo estás? le preguntaba a mi hermana.
¿Nos vemos mañana? me preguntaba ella un miércoles.
Nos hemos visto los jueves, no todos, porque ya no era lo mismo, había un vacío y un profundo dolor. Mª Carmen estaba sumamente afectada y yo hacía ver que todo iba bien, pero no iba bien.
Ayer, jueves, después de casi ocho meses, mi hermana y yo lo pasamos genial y tuve la sensación de que habíamos reactivado de nuevo la magia de los jueves, justo ahora que se acerca el día de la madre.
Es de esas cosas que las sientes pero no sabes ni cómo explicarlas ni por qué, pero lo sentí así y con eso me basta. Sé que mamá, allá arriba en el cielo, ha sonreído y se siente feliz de que sus niñas, como ella nos llamaba, sigan manteniendo vivo el hechizo de la tarde de los jueves.
¿Cómo estás? le preguntaba a mi hermana.
¿Nos vemos mañana? me preguntaba ella un miércoles.
Nos hemos visto los jueves, no todos, porque ya no era lo mismo, había un vacío y un profundo dolor. Mª Carmen estaba sumamente afectada y yo hacía ver que todo iba bien, pero no iba bien.
Ayer, jueves, después de casi ocho meses, mi hermana y yo lo pasamos genial y tuve la sensación de que habíamos reactivado de nuevo la magia de los jueves, justo ahora que se acerca el día de la madre.
Es de esas cosas que las sientes pero no sabes ni cómo explicarlas ni por qué, pero lo sentí así y con eso me basta. Sé que mamá, allá arriba en el cielo, ha sonreído y se siente feliz de que sus niñas, como ella nos llamaba, sigan manteniendo vivo el hechizo de la tarde de los jueves.
Me alegro un montón! Besos, guapa!
ResponderEliminarMuchísimas gracias Elvira!
EliminarMe dan mucha alegría tus palabras. Mucha.
ResponderEliminarNo hay que dejar esa costumbre tan bonita.
Muchos besos
A veces hay cosas que requieren su tiempo.
EliminarGracias, solete!
Muy bien, Montse. No perdáis aquel espíritu en la medida de lo posible, hay pequeñas cosas que son las que realmente merecen la pena en la vida.
ResponderEliminarEn cuanto al amor por las madres... eso es imperecedero y se sentirá vivo por años que pasen, ¿verdad?
Un abrazo
Verdad, el amor de una madre siempre está vivo.
EliminarMe ha encantado tu homenaje a tu madre ¡cuánto amor hay en unas pocas letras!
Un besazo.
Me gusta oir que los jueves vuelve otra vez a tu vida y que aunque tu madre ya no esté os tenéis la una a la otra para seguir llenando el jueves de magia. Que siga así por mucho tiempo.
ResponderEliminarBesos
Gracias guapa!
EliminarNos ha costado, pero creo que ya veo una luz en el túnel.
Mil besos.
Que relato tan precioso, me ha llegado al alma,esa mamá tenía magnetismo, por eso ha criado a alguien como tú, es importante saber que una deja huella y los jueves son para vosotras una institución tan vuestra como el pavo para los americanos en acción de gracias je je...
ResponderEliminarQue alegría disfrutar de nuevo de los jueves ¿para cuando una hija o una sobrina en ese dúo?
Besicos
Gracias Rosa, pero una madre siempre es una madre. Algún que otro jueves mi hija se unía con nosotras, espero que venga un día de estos y volvamos a hacer un trío ¡sería genial!
EliminarMuchos besos.
Acabo de leer tu relato, creo que es vivido y es tan hermoso con su parte de tristeza, como la vida misma.
ResponderEliminarEs ley de vida, ya ves, de mi familia más directa solo quedo yo, era la más pequeña con diferencia.
Ojalá recuperes esas tardes de jueves con hermana o sobrinas y que sea por muchos años., cierto es que nadie podrá suplir a la mamá, pero desde el cielo estará contenta de veros pasarlo bien.
Un beso enorme.
Amiga, el relato nace del corazón, hace ya una década que mamá nos dejó y aún siento ese vacío en el alma. La pandemia ha atrasado hace poco esos míticos paseos de los jueves, pero volveremos, mi hermana Mª del Carmen, como tú, y yo a patearnos las calles y plazas de esta gran urbe para descubrir los rincones y curiosidades más encantadoras.
EliminarMucha alegría me ha dado que hayas pasado por aquí ¡gracias, preciosa!
Mil besos.