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16/11/11

En la escalera



Aquella mañana salí de casa como todas las mañanas, con el tiempo justo, un regusto de café con leche en la boca y el rimmel todavía húmedo, que hacía que al parpadear se formaran motitas negras en los cristales de mis gafas.
El ascensor no funcionaba, lo maldije y empezé a bajar por las escaleras.

No me dí cuenta hasta que esa parte de mi mente, esa que controla pequeñitas cosas de las que ni siquiera yo me percato, calculó que ya debería haber llegado al vestíbulo y se me ocurrió mirar por el hueco de la escalera para ver cuanto faltaba ¡Santo Dios, pero si no tiene fin! exclamé internamente. La escalera bajaba y bajaba hasta que se perdía en los confines del infinito, y lo mismo pasaba si miraba hacia arriba, subía, subía y subía ¡era interminable!

Desconcertada, aparté la vista del hueco de la escalera y seguí bajando los escalones desde donde me encontraba hasta llegar al siguiente rellano, en un intento de obtener una explicación de lo que estaba viendo que se ajustara a esa lógica que siempre utilizo para resolverlo todo. Debía averiguar si todo aquello era real o un producto de mi desordenada imaginación posiblemente a causa del cansancio, de mal dormir o de lo que fuera.

Me hizo pensar en lo poco que conozco a mis vecinos cuando, ya en el rellano, no sabía en que piso estaba exactamente. Llamé a la primera puerta, pero no obtuve respuesta y fuí llamando a las otras, una a una, sin que nadie respondiera. ¡No habrán querido abrirme! me dije.

Decidí que lo mejor sería volver a subir por la escalera, desandar lo andado, regresar al principio y llegar a mi casa que era lo que más me importaba en esos momentos. Dejé de sentirme culpable por llegar tarde al trabajo, por no dormir lo suficiente o por no conocer a la vecindad, ya solo quería irme a casa y encontrarme con él, el único capaz de disipar todas mis angustias, para que me estrechara con sus brazos.

Subí unos cuantos tramos, todos iguales, clonados, hasta que, confundida y exhausta, con la camisa blanca empapada en sudor por el esfuerzo, me senté en un escalón y empecé a llorar. Me acordé de mamá ¡eres tan testaruda! me habría dicho.

De pronto me acordé de que había un ventanuco en cada tramo de las escaleras y que da a los lavaderos. Me dirigí hacia él. Lo abrí y  miré hacia afuera con la intención de gritar pidiendo auxilio y ante mi sorpresa vi un paisaje totalmente desconocido, pero hermoso y extraño. Era todo diáfano de un azul muy pálido, como un cielo pero sin serlo, y desde la lejanía me pareció sentir una brisa suave y aromática, con perfume de lavanda y romero, que me acarició las mejillas.

Sin embargo, cuando abalanzándome miré hacia abajo y después, levantando la vista, hacia arriba, todo era un inmenso vacío azul.

En un ataque de rabia, cerré el ventanuco de un brusco golpetazo y volví a estar en la escalera, sólo que ahora todo había cambiado. En el rellano no había puertas, ninguna de las cuatro que tiene mi edificio, ni tampoco estaba la puerta del ascensor, es más, ahora la escalera ni siquiera se parecía a la que supuestamente debería de ser.

No podía ser, debia de estar soñando, me dije y aún así, estaba disuesta a seguir buscando, la salida o la respuesta, o ambas cosas y empecé a subir, porque prefiero subir que bajar, con la esperanza de llegar hasta el mismísimo cielo y porque no pensaba quedarme sentada esperando despertar.



14 comentarios:

  1. Sería genial que lo continuases, es muy bueno :D

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  2. Me inclino. Es fantástico. ¡Qué angustia! ¡Qué ahogo! ¡Qué desazón!

    Todos los ingredientes de un magnífico relato en tan pocas líneas.

    ¡Felicidades!

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  3. Encuentro muy difícil conseguir que el lector se implique tanto en una historia con unas pocas líneas y tú lo has conseguido, Montse. Sabes? mientras leía tu relato recordaba a López Vázquez en "La cabina". En este caso la cabina es una escalera..

    Un beso

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  4. Desde luego que es angustioso y paranoico y sí tienes que continuarlo porque no nos puedes dejar asíii.
    Besos

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  5. La situación es muy cortazariana, entre la irrealidad de la escalera y la realidad bella pero incongruente del exterior. Y un final que, con todo y a pesar de todo, es esperanzador. Me ha encantado!
    Besos

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  6. Magnífico. Desconcertante. Desasosegante. Y con final abierto... Me gusta. Mucho. Y me estoy dando cuenta de que esto parece un telegrama :P

    Bueno, a lo que iba: aplaudo con entusiasmo este gran relato, Montse (si tuviera sombrero me lo quitaría en este preciso instante). Como ya he comentado en más de una ocasión, me parece muy difícil escribir bien y encima despertar interés. Tú lo has conseguido (este género además me encanta). Nunca dejes de practicar ese arte ;-)

    Besos.

    PD: Y muchas gracias por tus palabras en mi blog. Me han encantado.

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  7. entraste al laberinto, Montse...


    me encantó!


    besitos*

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  8. Gracias María, y aunque no me parece que pueda tener continuidad, voy a intentarlo ¡qué caray!, todo sea que la segunda entrega sea como esas segundas partes que tanto detesto.

    Besos, guapa.

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  9. Aquí no sé qué decir, me has dejado "kao" con tantas exclamaciones.
    ¡Uf, no sabía que pudiera causar tal revuelo!

    Muchos besos :)

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  10. Myra me alegra muchísimo que te guste.
    Es verdad que se parece a la famosa "cabina", siempre me gustó esa interpretación de J.L.López Vázquez y el guión. De hecho, todos los guiones de Chicho Ibáñez Serrador, en sus "Historias para no dormir" me chiflaban ¡ya ves, de ahí y de las novelas de Agatha Crhistie me viene el aire de intriga!

    Muchas gracias por el piropo y mil besos ;)

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  11. Pixel como le he dicho a María trataré de seguir la historia, pero que conste que está dificillo ¡a ver cómo salgo yo ahora de esa espiral!

    Muchas gracias por ese empijoncito (ya sabes a lo que me refiero) para seguir sacando letras, a veces inventadas y a veces desde el corazón.

    Muchos besitosssss...

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  12. Nina has sabido verme, aún dentro de un relato tan abstracto!!
    Y no me sorprende ya que sabes calar muy dentro, sabes ver a través del espejo.
    Es ese final de coraje y esperanza, lo más real de todo, lo que viene de mi interior, lo demás es una escalera vacía.

    Mil besos, preciosa :)

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  13. Kine ¡y qué bien escribes los telegramas!

    Muchas gracias por tus palabras, con amigos así da gusto escribir y me hace muy feliz que a todos os haya gustado tanto, no me lo esperaba.
    No pienso dejar de escribir, con tantos ánimos que me das, sin sombrero ni ná, jaja...

    Pasar por tu blog siempre es un placer, sorprendes y haces pensar, dos cosas apasionantes ¡sigue guiándonos por las estrellas!

    Mil besos :)

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  14. Rayuela, y pienso salir... ¡ilesa!

    Un abracito cariñoso.

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