Amigos y seguidores

28/7/11

Las jirafas de Conrad (fin)




Después de aquella conversación, estuve varios días preguntándome a mí mismo cual era mi lugar exactamente y más que eso, que es lo que quería exactamente, porque hasta entonces me había limitado a ir deambulando de trabajo en trabajo, de casa en casa, malviviendo, anclado en mi ciudad natal en la que, sin embargo, apenas tenía unos cuantos amigos y lamentándome de no tener oportunidades para hacer algo mejor con mi vida.

Fui a Huambo con Màrio, aprovechando que iba a hacer la compra de víveres, para llamar a Manolo, el único amigo con el que mantenía contacto desde que mi móvil dejó de funcionar, para decirle que me volvía a Madrid. ¡El tío debía ser vidente o algo así!, porque su insistencia en saber si las jirafas estaban bien y mi propia respuesta, me dieron la clave y confirmaba mi teoría de que cada uno está donde debe de estar.

Mis amigas de cuello largo, como me gustaba llamarlas, estaban sanas, bien alimentadas, contentas, cariñosas y envidiablemente felices. ¿A qué venía entonces mi obsesión con verlas fuera de allí? Para ellas vivir en la reserva era vivir en su hogar, era lo único que conocían, si exceptuamos los viajecitos que habían hecho, y era a lo único que podían aspirar. La selva era tan desconocida para ellas como para mí, con la diferencia de que yo sí podía elegir.

Me vuelvo a Madrid, Elma, necesito pensar. Me costó soltarle esta frase, así a lo bruto, pero no encontré una forma más suave y, porque ¡qué porras, yo soy así! Y, tal y como imaginaba, se echó a llorar, haciéndome pedazos. Le dije que necesitaba un tiempo, que tenía que aclarar mis ideas y un largo etcétera, pero ella pensaba que no volvería nunca más, que lo nuestro había llegado a su fin y sin ningún reproche, sin mediar palabra, se abrazó a mí mientras no dejaba de llorar.

Detesto las despedidas y aquella se presentaba de lo más dramática, así que me despedí de todos la noche anterior y al alba me dirigí al descampado en donde me esperaba la avioneta que me llevaría al aeropuerto. Preferí esa opción antes que hacer un largo viaje en jeep y luego en tren volviendo a revivir el hermoso paisaje que me llevó hasta allí, que se tarda más en volver cuando va triste el corazón. Màrio fue el único que me acompañó ¡y lo que me costó decirle adiós a mi buen amigo!, de modo que cuando tomé asiento en la avioneta sentí un ligero alivio en mi interior, ese que se siente cuando te desprendes de algo que te hace daño. Porque dejar a Elma me hacía daño y fue entonces cuando me di cuenta de que la amaba con todas mis fuerzas.

De pronto, al mirar por la ventanilla, vi a una de las jirafas que me miraba con tristeza. ¡Era Decon! el macho, a Rad seguramente no le llegaba el cuello ¡qué alegría me dieron!. ¡Para el motor, para el motor! le grité al piloto, bajo un momento, Wath? Five minuts! le dije y me quedé para siempre.



Epílogo:

Ahora vivo en Huambo, en la reserva de los Conrad, y soy muy feliz. El viejo quiere que la llamemos Ferdnandes, ahora que somos familia, pero yo le he dicho que queda muy feo, que ese nombre no atrae a los clientes ¿quién va a creer que hay un expedicionario madrileño en Angola? y nos reímos juntos.

Mi amigo Manolo se quedó en el paro y se vino de Madrid con la mujer y los niños. Se ha hecho muy amigo de Màrio y se pasan las noches tomando ngola mientras se cuentan historias.

Elma está en el sexto mes de su segundo embarazo y cada día más guapa. Mi hijo, que tiene siete años, ayer me preguntó ¿Por qué tienes esas fotos de jirafas en la pared, papi? sonriendo le contesté : Son Decon y Rad, las jirafas del abuelo.




4 comentarios:

  1. Jo, no sé pero se me ha puesto la piel de gallina y todo, qué emocionante!! Esta historia ha sido muy bonita, muy muy bonita.

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  2. Me alegro que te haya gustado!!

    Un besito :D

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  3. Un final feliz que en el fondo es lo que nos gusta a la gran mayoría y es que para finales tristes ya tenemos la realidad del día a día.

    Un historia genial

    P.D.: Montse, descansa, que cuando vuelvas te esperaré hambrienta de más historias :)

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  4. Gracias Pixel y es verdad que la vida ya nos da bastantes problemas como para andar haciendo finales catastróficos. Prefiero un final feliz.

    Besitos.

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