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20/6/11

Las jirafas de Conrad V

Foto: Kunene river de imágenes de Google




Cuanto más lo pensaba, más me entusiasmaba la idea que Conrad y Elma me propusieron. Participar en un safari podría ser una aventura extraordinaria y, de todos modos, nadie me esperaba en Madrid, así que si no volvía en unos días, nadie me iba a echar en falta, ni siquiera aquel mediocre director de cine, que aún estaría con los últimos ajustes de su película y no le llamaría hasta la próxima, si es que lo llamaba.


Los preparativos se hicieron el día anterior y al amanecer ya estábamos todos en pie, listos para ir a una explanada cercana con el jeep, en donde recogeríamos a un matrimonio danés que llegaban en avioneta. Màrio, con el que me había hecho amigo en los escasos días que llevaba allí, comentó que su presencia en el safari daría confianza a los daneses, que se aturden mucho si no ven muchos blancos con los que dialogar y muchos africanos para darle un aire pintoresco al safari. ¡Jolín, qué bien lo organizaban los Conrad!. A Màrio le hacían gracia mis comentarios y a mí despertarle la picaresca que escondía tras sus ojos negros y brillantes.


¡Ponte el sombrero, Toni!, me dijo Elma giñándome un ojo, ahora que ya sabía la historia, la misma que se había convertido en motivo de risas entre Màrio, ella y yo. A sus órdenes, fue mi respuesta y me senté a su lado en uno de los tres jeeps que formaban en convoy.


El matrimonio danés era tan novato en eso de hacer safaris como yo, pero la diferencia era que yo debía disimularlo, algo que no dejaba de tener su miga, sobre todo cuando hacían alguna pregunta y se dirigían a mí, en lugar de dirigirse a Elma que era la que conducía el jeep. Conrad prefirió que nosotros lleváramos a los turistas, que éramos más jóvenes, mientras él y Màrio iban en el siguiente jeep, el tercero lo ocupaban Fernando y Antonio, dos empleados de la Reserva, junto con el material necesario para poder acampar por la noche durante la semana que iba a durar la aventura.


Nos dirigimos hacia el sur, por una extensa sabana, hasta llegar al Parque Nacional de Iona, que tiene unos 15.000 m/2 entre dunas cercanas al mar, sabana, llanuras vegetales y las montañas de Tchamalinde. Allí pudimos admirar animales tan increíbles como el antílope gigante del sable, el kudus que es otro antílope, elefantes, jaguars, hienas, el guelengue que es una gacela-antílope de patas blancas y lomo con una línea marrón y el conocido rinoceronte negro africano. Sobre este último, aproveché los escasos conocimientos y las explicaciones de Elma, para contarles a los daneses una fantástica historia, en la primera acampada bajo las estrellas, con la que quedaron muy impresionados. Ellos y los Conrad, porque padre e hija me miraban estupefactos durante todo el relato y eso, para mí, fue lo más divertido. ¿Acaso no se acordaban que venía del mundo del cine?


En los sucesivos días, nos adentramos en la Reserva de Namibe, un poco más al norte y de vegetación más abundante, allí vimos una gran cantidad de cebras que corrían cerca de los jeeps, casi a nuestra velocidad. Llegamos hasta la costa atlántica a darnos un baño en Praia Azul al atardecer. Visitamos las boscosas zonas de Bicuar en donde vimos al gran búfalo negro. Pasamos de nuevo por una seca sabana, la de Mupa, en donde están la mayoría de jirafas de la zona ¡ay, mis jirafas, cuánto me acordaba de ellas!, también por la Reserva parcial de Mavinga, larga llanura con el río Kwvando y por último fuimos remontando el río Kunene o Cunene, viendo los árboles baobad a nuestro paso, hasta volver a Huambo y dar por acabado el safari.


La última noche que pasamos a orillas del río Kunene, Elma y yo fuimos a bañamos. Ella, con esa naturalidad con la que lo hacía todo, se quitó la ropa y se metió en el agua. La seguí hasta que llegué a abrazar su cuerpo desnudo. Nos besamos, dejándonos llevar por nuestro deseo en medio de aquella tierra tan salvaje como natural y de esa misma forma nos amamos.


Me atrapó, en orden inverso, ella, África y las dos jirafas.

Continuará...




5 comentarios:

  1. Se pone muy interesante, jejejjee

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  2. Teresa así pues compartimos gustos, yo también estaría encantada de hacer una safari, siempre me ha entusiasmado la idea pero me he quedado con las ganas.
    Dicen que los escritores plasman sus experiencias y vivencias, y no tiene por qué, yo estoy imaginando algo que desconozco, es como querer escribir un sueño y aunque me he informado sobre los lugares ¡nunca he estado allí!
    Ahora mismo me cambiaba por Toni!

    Mil besos.

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  3. Pixel me gusta que te parezca interesante!!

    Besitos :D

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  4. Realmente eres muy buena escritora, me está encantando. Y la última frase es genial.

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  5. ¡Ay, Drea muchas gracias! No sé si soy buena escritora o no, yo solo sé que me gusta escribir, que siempre me ha gustado, es como un viaje a lugares imaginados y en la piel de otra persona.

    Un besito!!!

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