Habían puesto varias cajas encima de la que yo me encontraba, perdí toda visibilidad y me quedé con las ganas de ver el espectáculo que ofrecían aquellos hombres al realizar su duro trabajo que, por lo que había visto hasta el momento, tenían absolutamente coordinado. Cada uno de ellos tenía asignada una tarea y me habría gustado saber más acerca de ellas y haber podido ver cómo las realizaban pero sólo oía ruidos, chasquidos y alguna de sus voces.
El pesquero entró en el puerto sorteando a los otros pesqueros que también se acercaban hasta alcanzar el punto de amarre y después el motor se paró.
Eso es algo que imaginé después, cuando pasado un tiempo vi el puerto abarrotado de barcazas de diversos tamaños y colores, en hileras dobles y hasta triples, atracados unos contra otros, formando un espectáculo multicolor en el agua.
Se oían muchas voces, un ajetreo de hombres con sus chubasqueros amarillos acarreando las cajas llenas de pescado y un olor, mezcla de gasoil, sudor y pescado, que no era nada agradable pero que allí a nadie parecía importarle, ya fuera por la costumbre o por la prisa de vender el género y cobrar la paga.
Cuando uno de los pescadores sacó la caja que había frente a la que yo estaba, vi la luz del sol y esa misma luz hizo que un destello iluminara a mi amiga la botella de tal modo que parecía una estrella, delatando nuestra presencia. Nos vió y me vió.
El pesquero entró en el puerto sorteando a los otros pesqueros que también se acercaban hasta alcanzar el punto de amarre y después el motor se paró.
Eso es algo que imaginé después, cuando pasado un tiempo vi el puerto abarrotado de barcazas de diversos tamaños y colores, en hileras dobles y hasta triples, atracados unos contra otros, formando un espectáculo multicolor en el agua.
Se oían muchas voces, un ajetreo de hombres con sus chubasqueros amarillos acarreando las cajas llenas de pescado y un olor, mezcla de gasoil, sudor y pescado, que no era nada agradable pero que allí a nadie parecía importarle, ya fuera por la costumbre o por la prisa de vender el género y cobrar la paga.
Cuando uno de los pescadores sacó la caja que había frente a la que yo estaba, vi la luz del sol y esa misma luz hizo que un destello iluminara a mi amiga la botella de tal modo que parecía una estrella, delatando nuestra presencia. Nos vió y me vió.
El hombre me tomó con su mano alzándome en un santiamén y llevándome hasta la altura de su rostro, esbozó una sonrisa. Era joven pero en su piel ya surcaban pequeñas arrugas, producidas por el duro trabajo de pescador y en su barba asomaban incipientes cabellos canos.
- ¡Mira que tenemos aquí! – exclamó – ¡Un mensaje en una botella!
- ¡Bah! No sería la primera vez que vemos una botella con una carta, ¡tírala al mar! – dijo el compañero que estaba a su lado.
- De eso nada, me la llevo para enseñársela a mi chico ¡que anda que no le va a gustar ni ná! – y nos metió, a la botella y a mí, en el bolsillo interior del chubasquero, sumiéndonos en la más absoluta oscuridad.
Apenas unos minutos había estado a la luz del día y otra vez me encontraba desconectado con todo lo que pasaba en el exterior y así permanecí, sin saber ni el tiempo que transcurría, hasta que el hombre me sacó de su bolsillo.
- Tienes razón, Isa, es mejor que lea lo que dice, no vaya a ser que tengamos un disgusto.
Se lo decía a la mujer que tenía delante. Llevaba un delantal blanco y un gorrito que le recogía el cabello, rubio al parecer, ya que poco se podía entrever. Me impactaron sus ojos, grandes pero tristes y de expresión avispada, que miraban al hombre y a la botella son insistencia.
- ¡Mira que tenemos aquí! – exclamó – ¡Un mensaje en una botella!
- ¡Bah! No sería la primera vez que vemos una botella con una carta, ¡tírala al mar! – dijo el compañero que estaba a su lado.
- De eso nada, me la llevo para enseñársela a mi chico ¡que anda que no le va a gustar ni ná! – y nos metió, a la botella y a mí, en el bolsillo interior del chubasquero, sumiéndonos en la más absoluta oscuridad.
Apenas unos minutos había estado a la luz del día y otra vez me encontraba desconectado con todo lo que pasaba en el exterior y así permanecí, sin saber ni el tiempo que transcurría, hasta que el hombre me sacó de su bolsillo.
- Tienes razón, Isa, es mejor que lea lo que dice, no vaya a ser que tengamos un disgusto.
Se lo decía a la mujer que tenía delante. Llevaba un delantal blanco y un gorrito que le recogía el cabello, rubio al parecer, ya que poco se podía entrever. Me impactaron sus ojos, grandes pero tristes y de expresión avispada, que miraban al hombre y a la botella son insistencia.
- Lo que yo te digo, a saber qué cosas escribe la gente ¡hay tantos locos sueltos por el mundo!
- Y que lo digas…
No era difícil adivinar que había sido ella la que le habría hecho cambiar de opinión y por eso, en lugar de hallarme delante de un mocoso que al acabar de leerme me habría tirado a la basura, me hallaba en medio de una improvisada lonja al aire libre, en un enjambre de pescadores y compradores que formaban un alboroto de hombres y mujeres pactando el precio de salida de la mercancía, ajenos a lo que, para mí, era el acontecimiento más importante de mi vida, el fin de mi aventura y tal vez el fin de mi existencia.
El hombre ya tenía a mi compañera, la botella, agarrada por el cuello y con la otra mano se disponía a abrirla. El corazón o lo que fuera que yo tuviera entre mis fibras, parecía a punto de estallar. Por fin iba a saber el contenido del mensaje que había llevado guardado en mi interior durante tanto tiempo.
Mientras me debatía en una mezcla de ansiedad y tristeza, angustia y emoción, el hombre abrió la botella e introduciendo los dedos en su interior, me cogió y tiró de mí hasta sacarme a la superficie.
Una brisa refrescante acarició mi piel que se desplegaba, al compás del baile de sus dedos, recordándome lo que yo era, algo que parecía haber olvidado con el tiempo, y volví a sentirme una hoja de papel.
Una brisa refrescante acarició mi piel que se desplegaba, al compás del baile de sus dedos, recordándome lo que yo era, algo que parecía haber olvidado con el tiempo, y volví a sentirme una hoja de papel.
Continuará...
* En el capítulo siguiente se revelará el contenido del mensaje.
¡Guau! Por un instante creí que la aventura acababa hoy... Magnífica, como siempre, esta nueva entrega; con la emoción in crescendo... ;-)
ResponderEliminarUn beso.
Qué guay, divertido, interesante e intrigante, me ha gustado mucho. Estoy deseando saber su contenido, jejej
ResponderEliminarSaludos
Me encanta, te sale de lo más sugerente. Y eso que si me hubieran preguntado, nunca habría creído que el tema diera para tanto. Besos
ResponderEliminarKine el "crescendo" ya ha llegado a su cima, ya sólo falta el final, jeje...
ResponderEliminarMuchas gracias por tu entusiasmo ¡eres un cielo!
Besitos!
Jajaja, Pixel, me alegra que te guste y que tengas tantas ganas de saber lo que dice el mensajito!!
ResponderEliminarBesitos!
Elvira, es curioso que digas eso, si me hubieran peguntado a mí hace unos meses habría pensado igual.
ResponderEliminarLo cierto es que seguir con el tema fue algo que me sugeristeis nosotros tras la primera entrega, lo demás... bueno ¡es que me enrrollo un montón!
Un besote, guapísima!
Hola Montse!! :)
ResponderEliminarno habia visto este blog hasta ahora... solo entre en "A dos pasos del paraiso" pero este me ha encantado ^^! subes cosas muy interesantes y me he reido mucho con las imagenes de los huevos! siempre he querido hacer mi propia version... a ver si algun dia acabo haciendola.
Saludos ^^!
Y gracias por tu aportacion con los nombres... como por ahora no he seguido con las chicas ya decidire que nombre les pongo, algo parecido a lo que dijiste. ;)
Yo también creía que hoy se acababa, el título me lo hacía pensar... pero me alegro que continúe un capítulo más por lo menos, y espero que sepamos lo que pone el mensaje, que te veo capaz de decir que se ha borrado jajaja y eso no te lo perdonaríamos...
ResponderEliminarPor un beso que te di en el puerto... lalalala
Hola Sejo, agradezco tu visita y me alegro que te guste este blog.
ResponderEliminarEl tema de los huevos es entretenido y si tú te animas, con los dibujos tan originales que haces, puede quedarte muy bien.
Un besito!!
Jajaja, Fandestéphane, no sería mala idea que se huviera borrado el mensaje!!!, pero hay que ver el concepto que tienes de mí ¡que tampoco soy tan malilla, caray!
ResponderEliminarEl mensaje, tal y como te prometí, es el mismo desde el principio, pero no creas, es posible que el relato no acabe con la lectura del mensaje...
A una dama que no conocía... Besitos portuarios!
Montse, no me digas que nos vamos a quedar si saber lo que pone en la carta, joooo, yo quiero saberlo. No hagas como los de expediente X que siempre nos dejaron con la miel en los labios.
ResponderEliminarNo, Pixel, no más misterios, ni más demoras, el contenido del mensaje será publicado en la siguiente entrega del relato, tal y como he prometido.
ResponderEliminarPero es posible que áun os aguarde alguna sorpresa, jajaja...
Besitos!
Me imagino yo que la siguiente es ya el final... no?
ResponderEliminarDrea sí, el final es la siguiente. Creo que compartios intriga, vosotros por saber el final y yo por saber si os ha gustado, jeje..
ResponderEliminarBesitos!