La bombilla

Las libélulas dicen que traen buena suerte, pero me parece que para mí la suerte está echada. Me queda poco tiempo de vida.

¡Ay, si Edison levantara la cabeza!

Ya se que tengo muchos años, unos 132 más o menos.. a ver desde 1878, sí, unos 132, pero aún soy capaz de dar miles de horas de luz.

Estas libélulas me están volviendo loca, pero es que ellas no saben de mi tristeza.

Puedo alumbrar las calles de todo el mundo todas las noches, acompañar a los escritores nocturnos con una tenue luz que les permita soñar despiertos, alejar las desadillas de los niños con una lucecita dulce y suave, iluminar el camino a los conductores, dar luz a los farolillos de las ferias para que la fiesta esté llena de color, anunciar espectáculos con éxito y enfocar a los famosos mientras cruzan la alfombra roja y sonrien a los periodistas y al público.

Nunca he fallado, siempre he dado luz. Pero no me quieren.

Me duele la cabeza. ¡Si por lo menos pudiera tener alguna brillante idea para salvarme!

Los humanos me quieren retitrar del mercado, dejaran de fabricarme y moriré.

¡Desagradecidos!

Ellos siempre han derrochado la energía, han malgastado recursos, han envenenado los ríos, contaminado los mares, despoblado las selvas, matado animales y se llaman a sí mismos "sapiens" ¡tiene gracia! y ahora en su afán por corregir esos errores andan en inventar y reinventar para reciclar, repoblar, limpiar y ahorrar.

Chicas, les digo a las libélulas, esta noche no. Esta noche podría ser mi última noche. Un simple gesto humano y ¡zas! me desenchufan y me reemplazan por un led.

¡Led! Es mi sustituto. Un joven diodo que ha ido adueñándose de mi trabajo poco a poco. El es más eficaz, con respuesta rápida, hace intermitencias continuadas, resiste las vibraciones, produce colores perfectos, consume menos energía y no contamina. Ya hace tiempo que me ha sustituido en el alumbrado público, en los coches y semáforos, en los anuncios de cines y teatros. ¡Uf, poco queda ya para mi!

No estoy enfadada con Led, él no tiene la culpa ¡y además es tan guapo!, ni con los humanos tampoco ¡pobres sapiens! intentando lo indecible para no acabar con todo, pero que inventan cosas extraordinarias siempre se sean de su interés.

Estoy enfadada con las libélulas.

¿Queréis dejarme tranquila de un vez?