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14/5/10

La 3ª aventura del mensaje : Tormenta





Los días y las noches se sucedían.

Ya no me sobrecogía con los remolinos de los rastros que dejaban los barcos o por lo menos no como el primer día y me sometía a sus sacudidas con resignación, una resignación muy parecida a la que mostraba la botella. Ella, fuerte y resistente, se dejaba llevar por aquel zarandeo en una aptitud realmente admirable, tanto así, que acabé por imitarla.

Por otro lado, o cada vez aquellos torbellinos se sucedían con menos asiduidad o ya había dejado de verlos como una amenaza para nuestra supervivencia. No tardé en apreciar que también los días parecían menos cálidos y más cortos, así como las noches se hacían más frías y silenciosas y se me antojaba que algo había cambiado sensiblemente, como si una etapa o un tiempo distinto se abalanzara sobre el entorno.

También había empezado a acostumbrarme a que a nuestro alrededor medorearan los pececillos que, inquitos y saltarines, nos lanzaban coletazos o acercaban sus pequeñas bocas al cristal de la botella que emitía brillantes destellos cuando le daba el sol. Aquellos pequeños animales, de distintos tamaños y colores, me tenían embelesado y no me cansaba de mirarlos. Mientras que ellos vivían felices en su hábitat natural, nosotros, la botella y yo, éramos naufragos errantes y carentes de todo indicio de vida.

No había diágolo ni conversaciones entre mi compañera y yo y los silencios, sobre todo durante las noches, se hacían interminables, pero yo sentía que habíamos llegado a un cierto entendimiento, no sabría decir cual, dado que estábamos juntos en la misma aventura y compartíamos todos y cada uno de los momentos que vivíamos. Suponía que ella tendría sus propios pensamientos, que sentía lo mismo que yo y que se hacía las mismas preguntas que yo me hacía: ¿Acabaría algún día nuestro viaje o nos quedaríamos allí hasta la eternidad?

Una tarde el cielo se oscureció temprano, unas nubes negras se cirnieron sobre nosotros y el mar comenzó a agitarse con unas olas cada vez más grandes y atemorizadoras. Divisé en el horizonte una enorme columna de agua que llegaba desde el mar hasta las nubes y sentí un pánico estremecedor. Empezaron a caer, primero unas pocas y luego muchas más, gotas de lluvia que sonaban al chocar contra el vidrio de la botella y desde el interior aquel ruido se amplificaba lo mismo que mi miedo, que fue aumentando en la misma medida que la lluvia lo hacía en su intensidad.
Por entre las nubes ví un rayo, un hilo de haz luminoso que las atravesó en un instante y al poco eschuché el estruendo más espantoso que jamás había podido imaginar. Preso del pánico, creí que aquel era el fin.

Irremediablemente, la inmensa columna de agua se abalanzó sobre nosotros. El torbellino en el que estuvimos inmersos durante el tiempo que duró su paso fué tan terrible que me sobrevino un mareo y es posible que perdiera el conocimiento por espacio de un buen rato ya que, al despertar, me pareció ver unas rocas que sobresalían entre las olas y que la corriente nos dirigía hacia ellas peligrosamente.
Pensé que si chocábamos contra ellas, la botella se rompería y todo habría acabado para nosotros dos.

Hubiera llorado si hubiera podido, pero en mi piel ya se había secado la única lágrima que contenía, la que había dejado en mí el hombre que escribió el mensaje.
Continuará...

11 comentarios:

  1. Tormenta en la calle y tormenta en tu mar. ¡Pobre mensaje dentro de la botella! A veces nos sentimos como él, igualito. Besos

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  2. Qué guay, la historia está siendo la mar de interesante y nunca mejor dicho,jejej

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  3. Y la curiosidad sigue en aumento... Muy interesante también esta tercera aventura. Nuevamente, mis felicitaciones por el relato.

    Besos y buen fin de semana.

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  4. Sí, Elvira, hoy el día era muy acorde con el relato ¡qué curioso!, aunque lo escribí hace unos días..

    La vida también nos arrastra hacia la tormenta y no hay más forma que atravesarla y seguir adelante, como dicen en náutica "contra viento y marea"

    Un beso.

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  5. Pixel, pues me alegro mucho que te guste la intriga del relato ¡así da gusto escribir, con tan buenos lectores! jaja...

    Un besito, la mar de salao.

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  6. Eso, eso, Kinezoe, teneros intrigaos me parece estupendo ¡es estupendo el ánimo que me dais todos para seguir!

    Un beso, y buen fin de semana.

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  7. Me ha gustado que recordaras lo de la lágrima que cayó en el papel el primer día, pues la historia no es la de la botella y el papel, sinó la del hombre que dejó un mensaje escrito, y del que todavía no sabemos nada...
    Y no cambies lo que había escrito en el papel Montse, que te veo venir jajaja

    Besos de buen finde

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  8. Jajajaja ¡ay, como me conoces Fandestèphane!!!!!
    pero que sepas que el mensaje está escrito en mi mente desde hace tiempo,jeje... ¡y no lo cambiaré, te lo prometo!

    Un beso (sin trampas)

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  9. Pues muchas gracias, Teresa, por tus elogios ¡eso sí que anima un montón! y de escritora no sé, pero siempre he procurado ser buena persona,jeje...

    Un beso, preciosa!

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  10. Precioso...

    Por cierto, no sé si conoces la noticia de un chico que envió un mensaje en una botella desde un barco hace como treinta años y lo ha encontrado una mujer hace poco, lo ha localizado por Facebook y le ha contestado. ¿No te parece precioso?

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  11. ¿En serio?
    Jajaja, qué curioso!!!

    Drea, voy a ver si me entero de esa noticia.....

    Besitos

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