Hasta aquel momento yo era blanca, inmaculada, pura. Tan virgen como habían sido mis antecesoras y como las que aguardaban tras de mí. Y ahí estaba yo, era mi turno y lo sabía, como sabía que mi vida y mi futuro estaban en manos de aquel hombre, pero lo que desconocía era que mi destino era cumplir una misión y que aún me aguardaban innumerables sorpresas.
Alargó los brazos y cogiéndome con una de sus manos grandes y viriles me atrajo hacia él, con una fuerza que no era rudeza ni ímpetu, sino ansiedad. Se le veía enfadado, enfadado consigo mismo, con el ceño fruncido y la frente perlada de sudor, preocupado y lleno de tristeza.
Tan rápido fue el gesto que ni siquiera tuve tiempo de temblar, todo y que el miedo se había apoderado de mí minutos antes. Entonces me puso sobre la mesa y se quedó un momento pensativo. Desde allí pude ver a las otras hojas que, arrugadas y convertidas en unas esferas emborronadas de tinta, habían caído dentro de la papelera, mientras que otras cubrían el suelo cercano a ella. Mi intuición me decía que lo que pretendía era algo muy importante para él y que si no conseguía su propósito yo acabaría allí también, sucia e inservible.
Comenzó a deslizar suavemente el bolígrafo sobre mí, como una caricia, y yo sentí aquella lluvia de tinta fría y azul que traspasaba mis fibras, blancas hasta entonces. Su trazo veloz recreaba una especie de mágica danza en la que el bolígrafo era el bailarín y yo su pista de baile. Iba dibujando lo que supuse que serían letras, y después palabras, poniendo puntos y tildes, pasando de un párrafo a otro y ese baile armonioso me mantenía embelesada.
De pronto se detuvo y temí lo peor.
Dejó el bolígrafo a un lado para poder tener la mano libre y unirla a la otra a modo de oración, con los dedos entrelazados y sujetándose la frente. Me llegó su aliento como una brisa y así permaneció unos minutos hasta que por sus mejillas algo parecido a la tinta del bolígrafo pero carente de color le resbaló y me alcanzó atravesándome. No era fría, sino cálida y translúcida.
Entonces se fue, dejándome encima de la mesa, mientras mi cuerpo iba absorbiendo lentamente su lágrima y cuando volvió traía consigo lo que tiempo después supe que era una botella. Me dobló cuidadosamente con sus ágiles dedos como si temiera lastimarme y me depositó dentro de ella, luego la cerró apretando el corcho con todas sus fuerzas.
Y fue en ese preciso momento cuando dejé de ser una hoja de papel y me convertí en un mensaje.
Continuará...
Qué pasada! Se me ha puesto hasta la piel de gallina!! Enhorabuena, es muy bueno.
ResponderEliminarQuiero leer la aventura de la hoja dentro de la botella, suerte que has puesto continuará...
ResponderEliminarMuy bueno, Montse!! Besos
¡Ay, Drea, qué "exagerá"! me has "sacao" los colores!!
ResponderEliminarGracias, guapa, por tus halagos.
Y ya estoy haciendo la cuenta atrás ....5,4,3.... ¡ya pronto nos veremooooos!
¡Toma, y yo!!
ResponderEliminarElvira, tendré que pensar algo... es que quería acabarlo aquí pero el tema me sugiere, no sé, aún no lo sé.
Un beso, preciosa!!
Es fácil adivinar lo que puede estar escrito en la hoja de papel, en estos mensajes se acostumbra
ResponderEliminara dejar un llanto de desesperación o soledad y la lágrima caída sobre la hoja así me lo hace pensar.
Pero también me gustaría encontrar un canto al amor, un poema emotivo, una voz amiga...
En cualquier caso espero que nos sorprendas y emociones.
Un beso, Mont
muy bueno, Montse¡¡
ResponderEliminarquién no ha escrito alguna vez un mensaje de s.o.s. , en una botella, un sobre con sello o un mail????
yo digo que para el que gusta de escribir, se convierte en una necesesidad en según qué momentos¡¡¡ lanzar un mensaje al aire para que alguien o nadie lo lea, da igual, porque es una llamada de la que generalmente no se espera respuesta...
besos
Qué chulo y que bien redactado, joo, que bien escribes. Yo también quiero saber el final
ResponderEliminarFandestèphane, has dejado al descubierto tu intuición y sensibilidad.
ResponderEliminarEfectivamente la lágrima es de sentimiento, sea cual sea el que se alberga en nuestro interior.
No te cuento nada más...¡ya leerás la segunda parte! jejeje...
Besos.
Pilar, yo he escrito de todo, menos un mensaje en una botella,jajaja..
ResponderEliminarPero tienes razón, escribir es una manera de liberarse de todo lo que guardas dentro ¡siempre me gustó escribir! de lo que fuera, de mis peores pesadillas, de mis mejores sentimientos y especialmente de todo lo que me pasa por la cabeza. Puede que no lleve a ninguna parte, pero siempre es bueno mandar un mensaje.
Un besito mensajero!
¡Jolín, Pixel, me voy a ruborizar!
ResponderEliminarEl final... bueno, el final está desarrollándose en mi cabezota ¡y ahora sí que lo tengo difícil, con todos esperando!!! jajaja...
Un beso.
Muchas gracias, Teresa, guapa!!!
ResponderEliminarEso de hablar sobre la hoja de papel es una de mis constantes cuando escribo, creo que se debe a que siempre me pongo en la piel del otro, ya sea animal, vegetal o cosa. Desde pequeña me he preguntado ¿y que pensará....?
Me alegra haberte sorprendido.
Un beso!!
Un tiempo a la deriva (como una botella con mensaje) y me encuentro un precioso relato y un blog renovado. Me alegra volver por aqui y saludar a los amigos.
ResponderEliminarUn muakk de los de antes ;D
Hola Anita!!!
ResponderEliminarMe alegra muchísimo que estés de vuelta, ya no estás a la deriva y has atracado en buen puerto, jajaja.
Un besito, de los de siempre ^_^
Muy buen texto, Montse. Lo mejor que he leído en mucho tiempo aquí en la red. Es emocionante, te llega. Mis felicitaciones. Estaremos atentos al desenlace...
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Ay, muchísimas gracias, Kinezoe!!! me has hecho sonrojar y todo, jajaja...
ResponderEliminarUn beso muy gordo.